viernes, enero 28, 2005

Luces y sombras: Carlos el grande

textoalternativo

Carlos Monzón fue el paradigma de la baja extracción social alzada a solemnidad que consiguió, a base de mucho esfuerzo, hacerse un nombre en la vida. Nacido y criado en cuna de polvo y paja, Monzón avanzó con el brío que forja una infancia marcada por el desatino y la carestía. Su carrera arriba del ensogado fue laudable; erosionando y arrasando rival tras rival. Hígados quebrantados y ablaciones neuronales eran simples efectos colaterales del “modus operandi” monzonista dentro de un cuadrilátero. Benvenuti, Griffith, Bouttier, Briscoe, Nápoles o Valdez redactan sus hazañas. La Argentina clamaba: ¡Oh, rey Monzón! Su deambular personal fue refutable. Sus devaneos e incursiones en la pista de la disco, en las hojas del papel “couché”; en la gran pantalla, con aires de galán, eran trasfondo de una turbulenta vida personal, de estultas discusiones con sus majestuosas damas. Sus mujeres articulaban: ¡No Carlos, no! Perfecto Dios encima del ring, imperfecto mortal fuera de él, esto es un homenaje al gran Carlos:

Monzón recula, avanza, golpea, engancha. Pega al saco una y otra vez, con vehemencia, un impacto por cada recuerdo de triste infancia. Iracundo destroza combates, lauda estrategias plausibles. Mete, ¡mortífera diestra!, ante estéril siniestra de un rival que cae quebrado. Su auto vuelca, Monzón noqueado; los argentinos, cabizbajos, lloran desconsolados:
"Se fue Carlos, se fue Carlos”

5 comentarios:

Male dijo...

Unánime mi sentir respecto al tuyo, considerado Domingo, y de acuerdo, por supuesto, con esa reflexión, a modo de edicto, sobre su proceder sistemático y genocida en los cuadriláteros del orbe.

El afamado Ángelo Dundee glosó, en crestomático alegato, al respecto del argentino: “Monzón sabía boxear, sabía pegar, sabía pensar e iba siempre a por todas"

Sea como fuere, es un personaje fascinante desde su estigma alegórica. Hibrida pobreza, carisma, estulticia, fama, pasión, fracaso y tragedia. A colación de esto, una afamada escritora, preguntada sobre los designios del ex campeón mediano y sus mujeres, profirió: “Marcaron las grandes pasiones argentinas con el sello del erotismo, la lujuria, la belleza, y también con el dolor y las peleas. Fueron novelescos desde el principio al fin. Así fueron los amores de Carlos Monzón y Susana Giménez."

Nada más que añadir. Un saludo.

Ferzzola dijo...

No me deja de asombrar la fascinación de los europeos con las figuras latinas que nacen de la pobreza, se hacen famosos por algo tan nímio como patear una pelota o pegar unos golpes, y mueren en la infamia (llenos de droga o como asesinos).

Monzón fue un gran boxeador, pero creo que es momento de dejar de mitificar asesinos, drogadictos y/o abusadores.

Perdón por el exabrupto, si lo hubiera, Meretricio. Pero creo que existen muchísimos otros desconocidos que merecen estas líneas, con mucho más méritos que un tipo que pega y mata. Pero claro, es sólo mi opinión.

¡Un abrazo!

Ferzzola dijo...

Aunque, ahora que lo pienso, esa fascinación no es patrimonio de ninguna nacionalidad en especial. De hecho, aquí somos los principales responsables.
¡Maldita sea! ;)

Male dijo...

Estimado Ferzzola, expresar su opinión no supone ningún exabrupto, está usted en su pleno derecho, siéntase como en su casa y opine según le dicte sus sentires: si no procediera así, no sería el verdadero Ferzzola. Como reza en la entrada de esta “weblog”, la libertad de expresión es indispensable y si me obligan diría que hasta obligatoria. Sea como fuere, la admiración que siento por Monzón penden, estrictamente, de sus incuestionables capacidades atléticas y boxísticas, ergo amor profundo que siente un servidor por el pugilato como disciplina deportiva. Si te fijas, mi redacción de esa nota intenta con todas las fuerzas del mundo (aunque sea en vano) ser equilibrada, cincelando la figura de un tipo excelso encima del cuadrilátero, y lamentable fuera de él. Cierto, cierto, lo reconozco, entono el “mea culpa”; se me fue la mano al hacerle el pseudo-poema ese de abajo, pero que vamos hace, nadie es perfecto.

Un saludo, y nuevamente bienvenido amigo Ferzzola.

Ferzzola dijo...

Muchas gracias por la bienvenida, mi querido Meretricio. Prometo portarme bien (o lo mejor que pueda, al menos) :P
Un gran abrazo