sábado, mayo 28, 2005

Cita

"Somos capaces de los actos más bondadosos y los más perversos: el problema es que, a menudo, cuando nos interesa, no distinguimos entre unos y otros".
Stanley Kubrick

viernes, mayo 27, 2005

Acerca de la Esquizofrenia

ESTUDIO DE LA ENFERMEDAD EN ESPAÑA
Perfil del paciente con esquizofrenia

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AMÉRICA VALENZUELA. Diario El mundo.
Varón de alrededor de 37 años, soltero, con bajo nivel de estudios, que vive con sus familiares, inactivo debido a su enfermedad y con un seguimiento psiquiátrico sin más. Hoy se ha presentado el estudio ACE (Abordaje Clínico de la Esquizofrenia en España), el primer estudio que refleja el perfil típico del enfermo de esquizofrenia en nuestro país y su evolución durante un año de seguimiento.
En el estudio, patrocinado por el grupo Bristol-Myers Squibb y Otsuka Pharmaceuticals, participaron 500 investigadores de todas las comunidades autónomas (ENTRE ESTOS SE ENCUENTRA UN SERVIDOR ;> ) especializados en el estudio de esta enfermedad mental y cerca de 2.000 pacientes. Según el informe, un 73% de estos enfermos ni estudia ni trabaja y el 90% vive con sus familiares. Esta situación supone una pesada carga emocional y económica para los parientes.
La tendencia al aislamiento, el diagnóstico en plena adolescencia -el 60% de los casos se descubre cuando el enfermo tiene entre 17 y 25 años- y la estigmatización social son los factores más importantes que hacen difícil la normalización social de los enfermos de esquizofrenia. De acuerdo con los especialistas que acudieron a la presentación, si la asistencia sanitaria fuera mayor y más completa, con más recursos para favorecer la integración social y laboral de los pacientes, el pronóstico de gran parte de estos enfermos sería mejor.
En el seguimiento se ve reflejada esta necesidad, ya que "en las primeras fases de la enfermedad se produce una mayor demanda de la sanidad privada, pero a medida que se cronifica, los pacientes acuden con mayor frecuencia a la sanidad pública, donde la disponibilidad de recursos como hospitales de día, centros de rehabilitación, pisos tutelados y talleres ocupacionales es mayor", indicó Miguel Roca, responsable de la Unidad de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Juan March de Palma de Mallorca.
Para evitar el desarraigo social el doctor Fernando Cañas, jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital Lafora de Madrid, señaló que "con la esquizofrenia, como con cualquier otra enfermedad, es importante no limitarse a proporcionar una medicación que controle los síntomas sino que es fundamental ayudar al enfermo a recuperar sus estudios o conseguir un trabajo", recalcó.
El informe también puso de relieve lo habitual que es el cambio de medicación antipsicótica. Los cambios fueron motivados por una recaída o empeoramiento clínico (38%), por una falta de mejoría (29%), por una reacción adversa (21%), como somnolencia, aumento de peso o rigidez muscular, o por abandono de la medicación por parte del paciente (14%).
Por otra parte, los trastornos más habituales asociados a la enfermedad entre los españoles destacan las alteraciones del sueño, la ansiedad, los problemas afectivos y de personalidad, así como el consumo abusivo de sustancias tóxicas, como el alcohol o el tabaco.
Nuevos fármacos estabilizadores de la dopamina
La esquizofrenia afecta al 1% de la población mundial, es decir, a 61 millones de personas, 400.000 de ellas españolas. Los enfermos de esquizofrenia sufren alteraciones en los neurotransmisores, básicamente en la dopamina. Sus niveles se desajustan y es necesario evitar su exceso -que provoca ideas delirantes, alucinaciones, pensamientos desordenados...- o su deficiencia -que disminuye la capacidad de organizar pensamientos e ideas y provoca falta de motivación- con medicamentos.
Los fármacos actuales son mucho más sofisticados en comparación con las burdas drogas suministradas en los años 50, cuando aparecieron los primeros neurolépticos, con los que "el paciente estaba metido en un bloque químico de cemento", comentó el doctor Cañas, con unos efectos secundarios severos donde el enfermo quedaba inhabilitado y 'medio zombie'.
Ahora, los medicamentos para frenar los síntomas de esta enfermedad mental son más precisos, aunque no se han perfeccionado tanto como para conseguir que se unan específicamente a los receptores de la dopamina. Esto provoca efectos secundarios indeseables, como movimientos anormales, rigidez, una sedación que les impide retomar su vida normal o aumento de peso.
Sin embargo, los expertos tienen puestas sus esperanzas en una nueva generación de antipsicóticos, los agonistas parciales de la dopamina, como el aripiprazol (Abilify), que acaba de ser autorizado por la Agencia Española del Medicamento. Su acción provoca un aumento o disminución de los niveles de dopamina de acuerdo con las necesidades de la región cerebral. Así, logra estabilizar los niveles de este neurotransmisor de manera más refinada y se evitan multitud de los efectos adversos mencionados
Y ahora diréis, a qué viene esto, pues simplemente a que este confeso formó, y por ende se siente orgulloso, parte de este proceso investigador, lo cual, reitero, me reconforta. Disculpen esta salida de “humildad”. ;)

viernes, mayo 13, 2005

¿Entre la puesta o la salida del sol?

Departamos acerca de los tan llevados matrimonios homosexuales

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miércoles, mayo 04, 2005

Reitero:

"La bonita ultraviolencia que nos mataba de risa"

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Llevada a la gran pantalla por el metódico, al unísono que brillante Stanley Kubrick, representa una adaptación de la polémica novela, del mismo título, publicada por Anthony Burgess en el año 1962. La naranja mecánica supone una apología indómita e hipócrita a la más recalcitrante ultraviolencia. Durante el desarrollo del film varios son los elementos que se critican de manera subrepticia: entre líneas se pueden analizar diatribas varias: al Estado, a la familia, a la Iglesia, a la juventud y su prerrogativa a la violencia gratuita; o a la propia y sombría naturaleza humana; un corpus suculento que lleva a frotarse las manos al más sumiso de los sociólogos, y al espectador a la sugestión absoluta.
La cinta gira alrededor de una especie de leviatán llamado Alex de Large (Malcom McDowell) y de su incontenible afición al mete-saca (sexo), al vino rojo (sangre), a la violencia y a la música de Ludwing Van (Beethoven), que lo convierten en un digno representante de la anomia individual. Acicalado con sombrero negro estilo bombín, ceñido traje blanco, coqueras protege testículos a modo de púgil, y sus botas Doc Martens, el astuto Alex, caracterizado por su despótico talante “georgebushiano”, y su banda de autómatas drugos van sembrando el caos, desafiando las reglas del todopoderoso y maquiavélico Estado. Las noches son largas en un psicodélico antro llamado lácteo Bar korova, libando leche-plus, un derivado del ADSL con poderosos efectos lisérgicos, y elucubrando las fechorías de esa noche. Su actuar es un canto a la teoría del mono asesino: Un mendigo al que apalear; una joven a la que violar; una casa que asaltar o una carrera suicida en dirección prohibida, con su bólido Durango 95, son sólo algunas de las praxis delictivas de este camorrista y su panda. Todas con un único fin: "La bonita ultraviolencia que nos mataba de risa"
El operar de Kubrick y el resultado final no dejaron lugar a la duda. Sus intenciones fueron claras: supracontrovertir la ya controvertida obra de Burgess y para ello no escatimó en recursos: mutiló el capítulo 21 del tratado original (al igual que hizo en su época la editorial norteamericana que publicó la novela), ese en el que el protagonista madura y deja atrás su vena radical y transgresora. La violencia ya lo hastía, y la observa como algo pueril. Sus miras sustituyen ahora la destrucción por la creación. Alex desea dar un sentido a su vida, atisbo de cambio, elemento el cual para nada se observa en el capítulo veinte, aquel con el que concluye la película y el libro en su versión norteamericana (en el resto del mundo, vía exportación británica se publicó la obra íntegra, con sus 21 episodios) con una aterradora cita: "Sin lugar a dudas, me había curado" y estaba rehabilitado para volver a ejercer la maldad.
Burgess, por su parte, contemplaba esta acción del cineasta con sentimientos encontrados. Argumentó que el cambio moral que simbolizaba el capítulo 21 del libro era demasiado suave y blando, y suponían una traición para los intereses de Kubrick y de su editor neoyorquino. Esto le escamó en cierta medida. Afirmaciones del propio autor ejemplifican la tesis: "Mi libro era kennediano y aceptaba la noción del progreso moral. Lo que en realidad se quería era un libro nixoniano sin un hilo de optimismo –para añadir- La Naranja norteamericana o de Kubrick es una fábula; la británica o mundial es una novela" . Sin embargo, igualmente reconsideraba su postura al mirarlo por el lado positivo debido a la gran fama que el film concedió a su escrito. El escándalo en el que estuvo envuelta la película se tradujo en ventas masivas del mismo; diversas tesis universitarias, peticiones de dramaturgos japoneses para sintetizarla en obras de teatro noh, o análisis en facultades a lo largo del orbe son los manjares que le granjeó a este autor la adaptación de su texto al celuloide.
Kubrick, con su sistemático y particular estilo, recreó en esta filmación, nuevamente, varios elementos que pondrían ser considerados, objetos de culto e interés, indispensables en su trayectoria, como son la nebulosa condición humana; o el intento de adelantarse, a veces de manera desfasada (discos de vinilo en esta ocasión) a la sociedad de su tiempo. En el film, además, se fusionan las ya aludidas escenas violentas, con otras incluso humorísticas, como la sesión de mete-saca desenfrenado entre el joven Alex y dos damas bajo los acordes acelerados de la obertura de Guillermo Tell.
La sucesión centellante de acontecimientos se sucede hasta que en una de sus múltiples bellaquerías el joven Alex, traicionado por su séquito, es detenido y condenado por el asesinato de una mujer. En el interior de la cárcel, con el alias de 655321 (su número carcelario), debido a su buena conducta e interminables lecturas bíblicas se gana el favor del sacerdote, y en un visita del Ministro del Interior consigue ser aceptado, a cambio de saldar su deuda con la justicia, para someterse a una cura experimental en el Instituto médico Ludovico donde se le somete a un aberrante tratamiento behaviorista para mutilar su reflejo criminal. Tras ser dado de alta, el joven Alex, es devuelto a la sociedad, recuperado, pero siendo ahora una víctima triste y atroz del sistema y sobre todo de muchos de los que a otrora él maltratara (y paradójicamente de sus ex compañeros drugos metidos a policias) que se toman cumplida revancha.
La actuación de Malcom MacDowell en el papel principal es inmensa. Se dice que hay actores que nacen para desempeñar un personaje y éste podría ser el caso. El inicio del film, bajo un inquietante acompañamiento musical, una perturbante pantalla roja y un primer plano del rostro, amenazante de Alex, con su sombrero negro, y su pestaña postiza en el ojo derecho le da una génesis potente a la cinta. Secuencias tremebundas como el allanamiento de la casa, con paliza al marido escritor (Patrick Magee) a ritmo del “Cantando bajo la lluvia” y la humillante violación de la mujer (Adrienne Corri) o la escena que le vale el ingreso en prisión a Alex, donde tras jugar malévolamente con la dueña en el interior de una finca de reposo la asesina inmisericordiosamente tras golpearla con una escultura fálica.
La naranja mecánica fue (y aún sigue siendo) un film poderoso que vertió ríos de tinta y ejercicio una influencia brutal en la sociedad de la época y en los años posteriores. Kubrick buscó, con una campaña de marketing sugerida por el mismo, el eco social y vaya si lo consiguió, tras 61 semanas en cartelera, la película se retiró en Gran Bretaña por el gran debate social que supuso; y no volvió a exhibirse hasta poco después de la muerte del director. Kubrick, en aquel entonces, y acosado por la gran presión pública, que lo culpaban de apologeta de la violencia y el caos, debido a una cadena de homicidios y brutales actos vandálicos cometidos por jóvenes que se asociaron a la emisión de la película, recibió amenazas de muerte y se vio obligado a ejercer sus influencias, consiguiendo que la Warner retirara la cinta de la distribución en el Reino Unido. Un hecho, este último, que por poco habitual y circunscribiéndonos a la vieja jerga cockney londinense utilizada (mezclada con ruso) en el film nos podría sugerir la siguiente aseveración: ¡Esto es más raro que una naranja mecánica!
Título: La naranja mecánica, A clockwork orange (1971) País: GB (Hawk, polares, Warner Bros Idioma: inglés Duración: 137 minutos Dirección: Stanley Kubrick Producción: Stanley Kubrick Guión: Stanley Kubrick, basado en la novela de Anthony Burgess Fotografía: John Alcott Música: Nacio Herb Brown, Walter Carlos, Rachel Elkind, Edward Elgar, Gioacchino Rossini, Ludwing van Beethoven, Henry Purcell, Nikolai Rimsky-Korsakov Intérprete: Malcom McDowell, Patrick Magee, Michael Bates, Warren Clarke, John Clive, Adrienne Corri, Carl Duering, Paul Farrell, Clive Francis, Michael Gover, Miriam Karlin, James Marcus, Aubrey Morris, Godfrey Quigley, Sheila Raynor Nominaciones al Oscar: Stanley Kubrick (mejor película); Stanley Kubrick (director); Stanley Kubrick (guión); William Butler (montaje)

domingo, mayo 01, 2005

Sábato y el túnel

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POR ISRAEL DUCHEMENT MACHÍN. Tiempo después (treinta años) de haber escrito “El túnel”, Sábato argumentaba lo siguiente en “El escritor y sus fantasmas” (1979): “Nuestra cultura (la iberoamericana se entiende) proviene de Europa y no podemos evitarlo. Además, ¿Por qué evitarlo? ¿Con qué reemplazar esa preciosa herencia? Lo que hagamos de original se hará o no haremos nada en absoluto”.
Teniendo en cuenta esta cita, aventuro que Sábato en “El túnel” no obvió los parámetros que otros como Joyce o Faulkner había marcado para la novela moderna. Si bien es cierto que no hay arquetipo que nos saque de cualquier disyuntiva a la hora de enunciar modelos de novela urbana, si podemos reconocer que muchos autores como los anteriormente citados han sido observadores de la realidad del individuo dentro de una comunidad específica. En el caso de Faulkner no podemos decir que encuadrase sus relatos e historias en un marco real, pero ese relato imaginario de Jefferson recoge el ambiente folklórico y rural de los Estados sudistas de EEUU. En el caso del túnel se nos citan nombres de calles de Buenos Aires lo cual concede un realismo a la trama aun mayor.
Es muy común en este tipo de historias encontrar individuos que vagan solos por la urbe, mientras buscan un sentido existencial a sus vidas. Ya la vida no se ve como un periodo de momentos fugaces de felicidad sino como una frustración: “Se ha nacido para morir”.
En el caso del protagonista en “El túnel”, Pablo Castell, ha cometido un crimen por no poder reaflorar el sentir de la imagen a través de la ventana de su cuadro. La víctima Marie Iribarne juega en la mente de Pablo el papel de musa de algo que ya está creado. El artista ahora es quien quiere modelar a la persona según la obra de arte. La imagen del cuadro muestra a una chica (María supuestamente) que está doblemente enmarcada por la ventana y el marco del cuadro.
Esa imagen idílica es capaz de transportar a Pablo a su infancia. La mujer que en otro momento fue su madre ahora ha mutado en María. El superyo fluye en el inconsciente. Teniendo en cuenta el fatal desenlace de esta historia de amor, no es menos fácil adivinar que Pablo Castell es un individuo poseído por su propio ID (en palabra de Freud “deseo latente”).
La desilusión le viene causada a Pablo de esa idealización de María como un elemento reemplazante a su madre. La mujer que ahora le cautiva no cuida de él. Esto en la mente de Pablo provoca una serie de paranoias que se mueven por el túnel del inconsciente, de ahí que el título de la obra no sea gratuíto.
El determinismo dentro de la obra se antoja algo difícil de concretar. Si bien en un principio Pablo Castell lo que anhela es un reencuentro con su infancia por medio de la imagen del cuadro; es su fatal desengaño lo que determina el asesinato.
Muchas incógnitas quedan abiertas tras leer la obra, ya que en gran medida lo que se intenta es contestar al cómo y no al por qué. Mientras María se muestra instintiva, Pablo recapacita una y otra vez antes del fatal desenlace, sin embargo en ningún momento se dan muestras de arrepentimiento por parte de Pablo. Conociendo el tamiz donde Sábato bordó “El túnel” podemos asegurar que Pablo Castell a la vez que asesino también es víctima, ya que no se adecua ni al tiempo ni al lugar en el que le ha tocado vivir. Personifica a un tiempo pretérito donde el machismo es la ley.
Su modus operandi es propio de un trastorno obsesivo de la conducta. Siempre desea que su voluntad se cumpla aun cuando ello perjudique a los que le rodean, todo ello dentro de una sociedad que se muestra cada vez más caótica.
Realizando una comparación entre los personajes masculinos dentro de la obra llegamos a la conclusión de que tanto Allende (marido de María) como Pablo son dos marionetas en manos de ésta. Varios son los puntos en común entre ambos. Si Allende es ciego a Pablo, María ha intentado poner una venda en los ojos. Esta novela es innovadora desde el punto en que la mujer es quién controla al resto. Pero a la vez es exageradamente machista, ya que desde un primer momento se nos dice que la mujer está muerta.
Sábato habla sobre la innovación en “El escritor y sus fantasmas”: “No hay que innovar si el fin no está claro”. Este afán de determinismo es asumido por sus personajes. En el caso de Pablo Castell no es otro que reencontrarse con su infancia. Aunque según va evolucionando su relación con María es el ansia de conocer lo que le mortifica.
Ese ansia de conocer más es algo a lo que Sábato por medio de la lectura a Kierkegard ha hecho referencia diciendo “las canciones de la pasión son las únicas dignas de fe”.
Es por ello que los personajes o al menos los masculinos deberían tener mucho de su autor. Otro elemento que Sábato reconoce: “Todos los personajes de una novela representan, de alguna manera a su creador”. Aunque también argumenta: “Las actitudes, sentimientos e ideas que de pronto llegan a ser los contrarios de los que el escritor tiene o siente moralmente: si es un espíritu religioso será, por ejemplo, que alguno de sus personajes es un feroz ateo; si es conocido por su bondad o generosidad, en algún otro personaje advertirá de pronto los actos de maldad más extremos y las mezquindades más grandes. Y cosa todavía más singular: no sólo experimentará sorpresa sino, también una especie de retorcida satisfacción".
Quizás de algún modo Sábato haya querido insuflar a Pablo Castell de esa bit observadora que el literato posee. El cuadro es digno de un voyeurista. Una imagen tras una venta representa el ver sin ser vistos lo que pasa momentáneamente delante de ella. Como el mismo Sábato reconoce “la felicidad nunca es absoluta y se da en momentos fugaces”.