lunes, diciembre 12, 2005

Deportista en forma, deportista enfermo:

Fullerías, argucia y tretas de última generación

Por Ignacio Romo
Los comisarios del Comité Internacional Olímpico (CIO) tendrán que agudizar aún más el ingenio si quieren seguir atrapando a los tramposos del deporte. Éstos inventan maneras cada vez más sofisticadas e inverosímiles de eludir los controles antidopaje y, al menos hasta el momento actual, sus esfuerzos han dado fruto porque siempre han conseguido sacarle varios cuerpos de ventaja a la ley. Algunos de estos procedimientos son caros, complicados e, incluso, pueden poner en serio riesgo la vida y la salud del atleta. Otros simplemente rayan la locura o sorprenden por su simpleza. El último truco para ocultar el dopaje del que se ha tenido conocimiento se basa en degradar los elementos ilegales de naturaleza proteica, como la EPO o la hormona de crecimiento, impregnando el interior de los frascos de orina con un polvo de proteasas. Estas enzimas destruyen las pruebas y el análisis da negativo. También se ha llegado a diseñar un pene de plástico unido a un depósito con orina 'limpia' para miccionar con total impunidad un líquido fuera de cualquier sospecha. Para tratar de atajar éstas y otras estratagemas similares, el CIO sigue trabajando, muchas veces en silencio para no alertar a los pillos, a destajo. Concretamente, a partir de este momento, los atletas que hayan de pasar por el control antidopaje deberán hacerlo provistos de guantes, para no tocar el frasco de muestras, y delante de los atentos ojos de los comisarios, para evitar 'cambiazos' de última hora.
La escena que vamos a describir no pertenece a una película sino a la vida real. Un deportista acude al control antidopaje una vez finalizada una determinada prueba. Justo antes de orinar, nuestro protagonista hurga en su mochila, extrae un pequeño frasco, lo abre y vuelca un poco de polvo en sus manos. Se frota las manos con él, como si fuera magnesia, y se dispone a pasar el análisis pertinente.
El atleta recibe otro bote, esta vez de manos del médico de la competición. En él debe depositar su muestra de orina. Toca el recipiente por fuera y por dentro. En realidad lo toca mucho, lo manosea más de la cuenta por su cara interior antes de orinar en él.
El objetivo de esta concienzuda manipulación no es otro que impregnarlo de ese polvillo con el que se ha frotado las manos previamente. ¿Por qué? Pues porque esta misteriosa mezcla contiene proteasas, un tipo de enzimas cuyo cometido es descomponer proteínas..., como la hormona de crecimiento (hGH) o la eritropoyetina (EPO).
Guantes
Los médicos especialistas en controles 'antidoping' llevan meses asistiendo a estas prácticas y ya están tomando medidas para acabar con esta variedad de enmascaramiento de las muestras. Al parecer no son pocos los atletas que, a la vez que se siguen dopando con hormonas de naturaleza proteica (como la hGH o la EPO) utilizan enzimas para untar la cara interior de los botes de orina.
Con el paso de las horas, las proteasas van degradando la estructura de las sustancias prohibidas que se encuentran en la micción del deportista. Así, en el momento del análisis, el laboratorio es incapaz de identificar las moléculas que originariamente se encontraban en el frasco y el resultado será negativo.
En el oscuro mundo del dopaje, la trampa siempre ha ido por delante de la ley. Por eso ahora el Comité Internacional Olímpico (CIO) está promoviendo un procedimiento adicional en el momento de pasar el control. Por este motivo, los deportistas seguirán sometiéndose al protocolo habitual, pero con un pequeño añadido: deberán sujetar el bote con guantes.
Beber agua
La utilización de proteasas es uno de los métodos más novedosos para escapar de los controles de dopaje. Pero no es el único. Los médicos están alertando también de otro procedimiento que no es otro que la hiperhidratación previa al control. Y la realidad es que es difícil imaginar una técnica más sencilla para evitar un positivo. Se trata, simplemente, de beber, beber y beber agua hasta límites insospechados, antes de pasar el control.
Ingerir una gran cantidad de este líquido de golpe -algunos deportistas han llegado a tomar cuatro litros en muy poco tiempo- consigue diluir la orina de tal manera que se rebaja la concentración de cualquier sustancia. De esta manera, las hormonas prohibidas no llegan a los niveles mínimos que se requieren en los análisis del laboratorio para poder afirmar, con cierta seguridad, que el deportista ha hecho trampas.
El problema que encierra esta práctica es que atiborrarse de agua hasta esos límites, puede provocar un desequilibrio entre las sales minerales del organismo (sodio y potasio, fundamentalmente), lo que a su vez desencadena mareos, desmayos y problemas musculares. No obstante, estos efectos no parecen preocupar en absoluto a los que quieren ocultar las sustancias prohibidas a toda costa.
Adelantarse
Escapar de los controles es el objetivo de los deportistas que han decidido 'cruzar la raya' y asumir el riesgo de doparse para mejorar sus resultados deportivos. Sin embargo, esto no es una tarea fácil; sobre todo desde que casos como el de 'Juanito' Muehlegg (el esquiador de fondo alemán, español nacionalizado, fue desprovisto de varias medallas hace dos años al dar positivo por darbepoyetina, una sustancia similar a la EPO) revelaran importantes avances en la detección de sustancias.
Hasta hace poco, la estrategia más simple para no dar positivo era utilizar una sustancia dopante de reciente aparición y que aún no fuera detectable en los controles. A lo largo de toda la historia de la lucha antidopaje, siempre se ha constatado que la irrupción de sustancias dopantes lleva años de ventaja sobre la puesta en marcha de los tests para detectarlas. A modo de ejemplo, la EPO comenzó a estar disponible en 1987 y sólo pudo ser detectada trece años después.
Actualmente, también hay sustancias indetectables y que están siendo utilizadas en el deporte. Se trata principalmente -aunque no exclusivamente- de sustancias de efecto anabolizante para las especialidades de velocidad y potencia; así como de principios activos que elevan las tasas de hematíes para pruebas de resistencia.
La IGF-1 (factor de crecimiento de la insulina, una prehormona capaz de aumentar la masa muscular de manera indirecta) y la CERA-EPO (una forma más sofisticada de eritropoyetina que se libera de manera más lenta y que tiene una acción más modulada) son dos de las más utilizadas. Así, cualquier deportista que hoy en día se administre IGF-1 sabe que no va a ser 'cazado' porque la investigación en la detección de esta sustancia se desarrolla con mucha lentitud.
Sin embargo, lo sucedido en Salt Lake City (EEUU), donde se celebraron los Juegos Olímpicos de invierno en 2003, con el esquiador Johann Muehlegg debe poner sobre aviso a los deportistas. Al contrario de lo que sucedía hasta ahora, el CIO no siempre anuncia 'a bombo y platillo' sus avances en la detección, de manera que, a veces, parece que van más retrasados de lo que lo hacen en realidad. En ocasiones, prefiere callar y coger desprevenidos a los que ignoran que la sustancia que utilizan ya puede ser interceptada.
El caso Balco es otro ejemplo de por dónde intentan escapar los deportistas que se dopan. Estos laboratorios, ubicados en San Francisco (EEUU), salieron a la palestra hace un par de años cuando fueron procesados por haber desarrollado y suministrado agentes dopantes novedosos a muchos atletas de elite, entre las que figuran, por ejemplo, Marion Jones, plusmarquista y reina indiscutible del atletismo estadounidense hasta que este episodio puso su reputación en entredicho.
De hecho, la garantía que ofrecían a sus clientes era que dichas sustancias pasaban desapercibidas en los controles vigentes en aquel momento, puesto que estaban formuladas a partir de sustancias prohibidas, pero presentaban una 'carrocería' completamente nueva.
El producto 'estrella' de Balco fue la THG (tetrahidrogestrinona). En este caso, el laboratorio tomó un esteroide anabolizante -hormona prohibida que estimula el desarrollo muscular de forma artificial- y realizó una leve modificación en su estructura química para conseguir que pasase desapercibido en los controles pero siguiese manteniendo sus propiedades 'ilegales'.
Hasta que un entrenador decidió enviar, de manera anónima, una jeringuilla con THG a las autoridades encargadas de perseguir el dopaje, esta sustancia estuvo campando con total impunidad en los vestuarios de muchos corredores, como la citada Jones. De hecho, varios velocistas de la selección estadounidense cayeron en desgracia cuando se destapó el caso, puesto que también iban dopados con THG.
Camuflaje
Otra forma muy frecuente de engañar a los análisis se basa en calcular los tiempos de eliminación de las sustancias en el organismo. Cuando, por ejemplo, un lanzador de peso -quizá la especialidad más castigada por el dopaje a lo largo de la historia- toma esteroides anabolizantes, suele buscar las moléculas llamadas de eliminación rápida. Es decir, se trata de consumir hormonas que van a desaparecer del organismo en pocos días con el fin de reducir al máximo su tiempo de presencia en orina.
Sin embargo, desde la puesta en marcha de los controles por sorpresa, esta práctica no está exenta de riesgos. Si un atleta es controlado sin previo aviso dos o tres veces en una temporada y realiza algunos ciclos de dopaje al año (debe hacerlo si quiere obtener las ventajas que ofrece esta práctica ilegal), existe un cierto riesgo de dar positivo porque se puede producir una coincidencia en el tiempo.
Existe otra vía de camuflaje del dopaje que se reduce, simplemente, a sustituir la muestra de orina. Sucedió por vez primera con ocasión de un control efectuado a Katrin Krabbe, la reina de los 100 metros lisos en los Mundiales de Tokio de 1991. La alemana, al igual que su compatriota y especialista en 400 metros Grit Breuer, se sometió a análisis en Sudáfrica y cuando se analizaron ambas muestras se comprobó que la orina pertenecía a una misma persona . ¡que resultó que no era ninguna de ellas!
La investigación posterior demostró que ambas -probablemente aprovechando un despiste de los médicos- habían rellenado los frascos con una bolsa que contenía orina 'libre de doping'. Una variante de esta trampa sería la inyección de orina 'limpia' directamente al interior de la vejiga del deportista justo antes del control; pero más sofisticado aún fue el caso de los lanzadores húngaros Fazekas y Annus, que perdieron sus medallas de oro de disco y martillo respectivamente en los últimos Juegos de Atenas al descubrirse que habían utilizado un pene artificial unido a una bolsa con orina falsa. Este increíble artefacto (conocido como Whizzinator y que se comercializa en cinco colores de piel diferentes) está compuesto de un pene de plástico unido a un depósito que se llena de la orina 'libre de doping'. Este curioso dispositivo surgió a partir de que se implantara la norma de que los atletas tenían que orinar en presencia de un comisario antidopaje, sin posibilidad de meterse en un cuarto de baño y dar el 'cambiazo' fácilmente.
La sangre
En el caso de los deportes de resistencia (como el ciclismo o el mencionado esquí de fondo), la vía más utilizada para sortear los controles es la de falsear las muestras de sangre. Teniendo en cuenta que en ocasiones este análisis se usa como sistema de cribado antes del de orina, si se consigue alterar el resultado del primero, suele evitarse el segundo. Y ¿cómo se falsea un análisis de sangre? Pues de manera similar a la orina: tratando de diluir la muestra para que las concentraciones de los elementos ilegales pasen desapercibidas.
Esta práctica se ha dado fundamentalmente para esconder la EPO y otras sustancias análogas. Éstas se emplean en deportes de resistencia para mejorar el aporte de oxígeno al músculo mediante el incremento de la tasa de glóbulos rojos. El precio que hay que pagar por aumentar el volumen de hematíes es que la sangre se hace más densa (la proporción de glóbulos rojos aumenta, pero la cantidad total de plasma sigue siendo la misma).
El espesor de la sangre se mide con una cifra: el archiconocido hematocrito. Como por encima de 50 no está permitido participar en competiciones porque, además, una sangre demasiado espesa favorece la formación de trombos, los deportistas que se dopan con EPO y similares suelen recurrir a los expansores del plasma la noche previa al control para que su sangre parezca más 'líquida'. El volumen plasmático aumenta, el número de glóbulos rojos parece menor, el hematocrito baja y el ciclista puede competir.
Sin embargo, para este procedimiento también han surgido maneras de vigilancia. Hace unos años en el ciclismo se implantaron los polémicos 'vampiros' (nombre que se dio a los que irrumpían en las habitaciones de los ciclistas por sorpresa para extraerles la muestra a primera hora de la mañana). Precisamente la acción de estos 'vampiros' fue lo que costó al fallecido Marco Pantani su expulsión, por sospecha de dopaje con EPO, en la última jornada del Giro de Italia en 1999.
El intento más absurdo de huir
Uno de los intentos más extraordinarios, y a la vez más surrealistas, de evadir un control de dopaje fue el de Michelle Smith. Esta nadadora irlandesa, una total desconocida hasta ese momento, se proclamó reina de la natación en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, al hacerse acreedora de tres medallas de oro en 200, 400 y 400 metros libres y, además, obtener otra de bronce. En aquel momento, incluso los más optimistas no daban apenas crédito a la fabulosa progresión de esta deportista y las voces que sugerían un posible dopaje no se hicieron esperar. Smith se limitó a lamentar los comentarios maledicentes y siguió adelante con su brillante y prometedora carrera. Dos años después de sus laureles en los Juegos Olímpicos, la irlandesa se sometió a un análisis de orina tras una competición internacional. Nadie sabe muy bien lo que pasó allí, pero lo cierto es que Smith se quedó sola durante unos minutos y entregó un bote que desprendía un fuerte olor. Al analizar la muestra en los laboratorios, y a pesar de que se encontraron trazas de testosterona (una hormona masculina que indicaría un posible 'doping') lo que realmente se encontró fue: ¡whisky! De poco le sirvió el cambio: la nadadora fue suspendida por dopaje y toda su carrera deportiva, en especial su extraña progresión del año 1996, quedó en entredicho para siempre.

lunes, diciembre 05, 2005

Defecos, flatulencias, ventosidades…

Joer Pepe, ¡se me quedó el rollo arriba y esta viene líquida!

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