miércoles, enero 26, 2005

Apología, brutal e hipócrita, a la ultraviolencia

La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971)

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Es la película más controvertida de Stanley Kubrick, una fábula social de ciencia ficción realizada en 1971. Fue retirada de la distribución en GB por el mismo director durante casi treinta años a pesar de su buena aunque muy criticada acogida inicial. Y reapareció, envuelta en misticismo, poco después de su muerte. “La naranja mecánica” sigue siendo electrizante, una audaz traducción al lenguaje del cine de la distópica novela de Burguess, que también había sido acogida con una mezcla de escándalo en 1959, y que siempre se había creído inadaptable al cine. El sabelotodo delincuente Alex de Large (Malcom McDowell) encuentra placer en la pornografía, en Beethoven y en liderar a su banda de drugos. Con bombín y mono de trabajo blanco (que incluye a un Warren Clark con cara de niño) y hablando en un argot distintivo, un híbrido entre el ruso y el cokney londinense, despliegan febriles e intensos ataques de ultraviolencia. La escena más inquietante de los primeros veinte minutos de la película volverá a atormentar a Alex una vez indefenso. Entran a la fuerza en una lujosa casa futurista, dejan lisiado al marido (Patrick Magee) y violan a la esposa (Adrienne Corri), Alex berrea “Cantado bajo la lluvia” y asesta brutales patadas con sus botas Doc Martens (periódicamente de moda) al ritmo de la canción. Aunque es curioso que la violación se recuerde como particularmente repulsiva, Kubrick aparta la cámara bruscamente del sufrimiento de la mujer en el momento que Alex corta el ceñido jersey rojo de ella. Otra incursión en busca de emociones culmina con el golpe de Alex sobre la cabeza de la mujer con una gigantesca escultura fálica. Finalmente será detenido. La brutalidad institucionalizada resulta en el castigo de Alex, y su “rehabilitación” lo transforma en una víctima cobarde y rastrera, tan aterradora como en las fechorías de los drugos. Esta mordaz sátira de la hipocresía de la sociedad y su corrupción y sadismo da mucho que pensar. Buscando la manera de salir de la cárcel, Alex se ofrece voluntario para una terapia experimental de aversión instrumentalizada por algunos políticos y se ve sometido a una brutal cura behaviorista –sujeto a correas, con los ojos abiertos a la fuerza- que suprime sus tendencias violentas pero le despoja de su humanidad esencial. Incapaz de hacer mal, se convierte en un individuo debilitado. De nuevo en el mundo, no disfruta de su libertad. Sus antiguos camaradas de fechorías se han convertido, irónicamente, en policías, y recibe un hilarante y turbador castigo en el encuentro con una de sus víctimas. La demoledora visión de Kubrick de un futuro no tan lejano ha quedado ridículamente desfasada en algunos detalles (los discos de vinilo, la máquina de escribir IBM de Alex), y la violencia por la que fue tan castigada en el momento de su estreno es discreta según los estándares viscerales contemporáneos. Pero la historia de los incurables patanes que alivian su aburrimiento entregándose a la violencia gratuita es escalofriantemente actual, como lo es el tema capital de la película: la fragilidad de la individualidad y de los derechos de la persona cuando no se conforma a los deseos del Estado. Con un estilo sensacional y a menudo inesperadamente divertida, con una banda sonora delirante. “La naranja mecánica” mantiene mucha más potencia que sus muchos descarados descendientes. Duración: 137 min. Idioma: inglés Dirección y producción: Stanley Kubrick Guión: Stanley Kubrick, basado en la novela del mismo nombre obra de Anthony Burguess Intérpretes: Malcolm McDowell, Patrick Magee, Michael Bates, Warren Clarke, Jon Clive, Adrienne Corri Nominaciones al Oscar: Stanley Kubrick (mejor película); Stanley Kubrick (mejor director), Stanley Kubrick (guión); William Butler (montaje)

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2 comentarios:

Male dijo...

Es un film que no deja impertérrito a nadie. Han transcurrido algo más de 30 años desde que el magnánimo Kubrick decidió la novela de Burguess (este último se queja de la mutilación del capítulo final de su obra)a la gran pantalla. Personalmente, esta potente demostración de violencia física, sexual y musical, 3 décadas después, me enerva, me ofusca, me altera...

Male dijo...

Estimada (ahora sí -conozco su sexo-) amiga, comparto su opinión acerca de la abrupta tendencia que concurre en el cine a mostrar la anatomía femenina en su total esplendor, y no así la masculina. Si bien es cierto, y en “descargo” (súper eufemismo) de Kubrick, debes tener en cuenta que el mencionado film se gestó hace más de 3 décadas: cuenta ya con casi 35 años (1971); lo que hace, en cierto modo, “comprensible” (reiteración eufemística)ese operar. ¿Si el sufragio femenino, por ponerle un ejemplo, no fue algo normal en la mayoría de los procesos electorales mundiales hasta 1945-1950, imagine el grado de machismo reinante en el orbe, tan sólo 2 décadas después? De todas formas, esto que apunto no justifica nada. Machismo con todas las de la ley.

Por cierto, muy gracioso lo del pleonasmo.

¡¡Saludos!!