jueves, octubre 23, 2008

Un lloro:

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La siguiente misiva está dedicada a una persona a la cual no conocí y a la cual, lamentablemente jamás conoceré. La vigente nota está consagrada a alguien que no me conoció y a alguien que, inevitablemente jamás me conocerá.

Debe ser durísimo cuando eso que ciertos llaman una larga enfermedad, ese muyahidín genético llamado CÁNCER, trunca una vida cargada de sueños y proyectos a la tan temprana edad de 27 años.

Debe ser inhumano para unos padres, para esos padres, el amargo trago de tamaña pérdida. Cronológica y sobre todo, emocionalmente, los seres humanos no estamos predestinados para sobrevivir a nuestros hijos. Esta es, sin lugar a dudas, la más atroz de las experiencias.

Sea como fuere, es la tómbola de la vida, con sus grandezas y sus miserias. La baraja sobre la mesa traza el cruel destino: benévolo con unos y perverso con otros; determinados con tanto y otros con cuanto. Unos desdichados, otros desmesuradamente afortunados. Y en medio de todo, la rifa no para de andar.

Por esa muchachita, por sus allegados; y por muchos otros que ya no están o que sufren en idénticas condiciones, vaya éste lamento.

Descanse en paz.

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1 comentario:

Domingo Puerta dijo...

La vida tiene mucho de ruleta y por mucho que creamos tenerlo todo bajo control siempre existen los imponderables que ponen patas arriba nuestro mundo. Es por eso que hay que practicar el "carpe diem", porque hoy estamos aquí y mañana quién sabe dónde.