jueves, abril 14, 2005

Red ¿Puedes conseguirme a Rita Hayworth?

Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption, 1994)

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“Cadena perpetua” es la adaptación a la gran pantalla de la novela “Rita Hayworth y la redención de Shawshank”, nacida bajo la pluma del escritor Stephen King y adaptada a la gran pantalla por Frank Darabont. La película es una obra penetrante, profunda y cautivadora que cuenta el ingreso, la vida y la fuga en un centro penitenciario de Andy Dusfrene (Tim Robbins), un joven banquero condenado injustamente a dos cadenas perpetuas por el asesinato de su mujer y el amante de esta.
La cinta supone un punto y aparte en el repertorio cinematográfico de Darabont, autor de títulos como “The majestic” o “La milla verde”. Darabont, en esta ocasión, aúna diferentes méritos: cuenta y adapta, de manera magistral, una historia entretenida que capta, de principio a fin, la atención del espectador. Asimismo, manifiesta un talento singular para reclutar la sensibilidad de aquel, pues equilibra de manera solemne planos grandilocuentes, relajantes acordes y la dureza recia de las vivencias que se suceden en un correccional. En este sentido hibrida muy admirablemente los elementos reseñados; aventuro que este metódico operar no es fruto de la casualidad, a las pruebas me remito: en primer lugar, la elección, atinadísima, de esta novela de King; en segundo lugar, su respeto agobiante en la adaptación al susodicho relato original; en tercer lugar, su proselitismo a las tomas aéreas (presentación del complejo carcelario-primera entrada de Andy a éste) y por último, el dominio espectacular del “timing” de la cinta, suave y dócil, recreando en el espectador un efecto de aflicción congruente con la monotonía, la sordidez, y la desazón de pasar una vida entre rejas.
La trama se inicia con el juicio y condena a Andy y su ulterior ingreso en la cárcel de Shawshank. En un principio su relación con el resto de presidiarios es nula, con fama de “esnob”, extraño, solitario, recogiendo piedras en el patio y cayendo en gracia a “las hermanas”, violento grupo de presos con tendencia a la sodomía, el destino que le aguarda no parece demasiado halagüeño. Sin embargo, Andy comienza a manejar el operar carcelario al hacer buenas migas con Red (Morgan Freeman), un veterano preso negro que mueve los hilos del contrabando en el interior del recinto y que consigue a Andy cosas tan banales (a la par que importantes en la evolución de la narración) como fotogramas de actrices y un sutil martillo de granito. Igualmente, su buena mano para la administración, por su antigua profesión de banquero, le hace ganarse el favor del, religioso a la vez que corrupto, alcaide Norton (Bob Gunton) y del malencarado capitán Hadley (Clancy Brown), a quienes comienza a ordenar, de modo fraudulento, sus documentos de renta tributaria.
En el elenco interpretativo varios son los elementos a destacar. Primeramente, las actuaciones de Freeman y Robins, muy acertadas: tremendamente laudables. Robins genial, mostrando un físico desgarbado, desaliñado y por momentos afligido, pero manteniendo un hado de superioridad, de integridad espiritual ante la virulencia del contexto y el mantenimiento pertinaz de su aspiración a la libertad. Freeman, a la par, sublime, monopolizando durante casi todo el film la narración del mismo. Igualmente acertados están Bob Gunton y Clancy Brown dando un “peritia et doctrina” en como se debe interpretar a un alcaide y un celador tiranos y déspotas.
En el ámbito escenográfico, la sucesión de inolvidables tomas es un hecho patente. La ya aludida presentación, plano aéreo, de la cárcel y la entrada de Andy en su interior, con una visión desde el suelo en esta última, con un apoyo musical conmovedor en ambas es fascinante. O cuando Andy, consigue, luego de una dura jornada de trabajo, tres cervezas a cada uno de sus compañeros con un emotivo discurso final de Red: "Nos sentamos a beber con el sol en la espalda y nos sentimos como hombres libres", que vuelven a trasladar al público desde la butaca hasta el bálsamo que supone una helada cerveza Pilsen tras un duro día de trabajo. En el mismo registro, a qué mortal no se le conmovió el corazón durante la salida de la cárcel, el miedo al exterior, la inadaptación a éste y posterior suicidio (la única vez de la cinta en que la narración no corre a cargo de Red) del viejo preso Brooks (James Whitmore). Otra toma digna de reseñar se produce en el Midpoint de la película, cuando Andy aprovecha la salida del guardia que lo vigila para cerrarse en el despacho y poner música clásica por los altavoces del recinto; la toma en ascenso, de todos los reclusos ensimismados en el patio escuchando la melodía, hasta focalizar la parte posterior del megáfono es inenarrable. El remate a tanta sensibilidad, cámara en mano, llega en la fuga de Andy, nuevamente toma aérea, tras alcanzar la libertad, brazos en cruz, cervical doblada con ojos cerrados y mirada dirección al cielo, bajo la luz de los truenos y el furor de la lluvia en una noche tremebunda, suponen el colofón a tanto dechado creativo.
La película, reúne, como no podía ser de otra manera, los elementos más tradicionales del género carcelario, dígase: presos veteranos que apuestan sus cigarrillos sobre los novatos que llegan; el riguroso y espartano manguerazo inicial dado a los mismos, con desinfectante incluido; las palizas e indemnes asesinatos en el interior del complejo; el estereotipo de alcaide, guarda o celador opresor; la típica habitación denominada el agujero negro: dónde se aposenta a aquellos rebeldes convictos; amén de los clichés y lugares comunes propios de cualquier jerga o tertulia entre presos: <<¿Cuánto tiempo llevas? ¿Cuánto te cayó? ¿Lo hiciste? No, mí abogado la jodió>> que aglutinan los ingredientes característicos del género, eso sí, reposando bajo los elementos indispensables del conflicto que generalmente conlleva una cárcel, la falta de libertad y la posible fuga: un tipo frío, inteligente, de gélido nervios que tras un arduo y minucioso trabajo escapa en una noche lluviosa.
En síntesis, auguro a Cadena perpetua con respeto a la historia cinematográfica futura, por su fabulosa dirección, trama e interpretación, un deambular similar al que ha tenido desde su estreno. Un film interesante, que llegó sin hacer mucho ruido, y que poco a poco fue ganando adeptos y “buena prensa” hasta forjar lo que es hoy: una gran obra, un clásico, del cine de los 90`
Título: Cadena Perpetua, The Shawshank Redemption País: EEUU (Castle Rock, Columbia) Idioma: inglés Duración: 142 minutos Dirección: Frank Darabont Producción: Nicki Marvin Guión: Frank Darabont, basado en el relato “Rita Hayworth y la redención de Shawshank” de Stephen King Fotografía: Roger Deakins Música: Doris Fisher, Thomas Newman, Allan Roberts Interpretes: Tim Robbins, Morgan Freeman, Bob Gunton, William Sadler, Clancy Brown, Gil Bellows, Mark Rolston, James Whitmore, Jeffrey DeMunn, Larry Brandenburg, Neil Giuntoli, Brian Libby, David Proval, Joseph Ragno, Jude Ciccolella

1 comentario:

Male dijo...

Te corroboro estimado Domingo, sólo hace falta leer lo arriba señalado.

Un cordial saludo.